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Entonces oramos a Dios y pusimos guardias de día y de noche para protegernos. 10 La gente de Judá se quejaba: «Ya no tenemos fuerzas, y los escombros son muchos. No podremos terminar de reparar los muros».

11 Nuestros enemigos pensaban que no conocíamos sus planes, y que nos podrían atacar por sorpresa, para matarnos y así detener la reconstrucción.

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